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30 enero 2009

PATRIMONIO: La Solana del Mar, aún en reformas, vuelve a abrir sus puertas

La sede de Docomomo en Uruguay, así como profesores de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República y arquitectos internacionales han denunciado en varias ocasiones las reformas que se han realizado en la casa y piden que sea declarada Patrimonio Cultural de la Nación

Imagen:
La Solanda del Mar












"Una de sus características, quizás la más hermosa, es la forma de estar, como si hubiese nacido allí, como un acto de la naturaleza. Esto es para los arquitectos, más allá de las modas pasajeras y estilos del momento, un objetivo nostálgico". Así describía el catedrático de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República, Jorge Nudelman, a la Solana del Mar en un comunicado a medios y colegas hace tres años. En ese entonces los actuales e históricos dueños estaban en trámites para vender el hotel y parador construido por el prestigioso arquitecto catalán, Antonio Bonet. El comprador quería convertirlo en su residencia de veraneo y hasta se corrió el rumor de que quería demolerlo.

En 2008, dos años después de que la Intendencia de Maldonado asegurara su conservación, un nuevo hecho desató otra polémica internacional: el hotel cerró por reformas. "En determinado momento, dadas las condiciones del edificio, tuvimos que tomar una decisión: dejarla autodestruirse o preservarla. Y nos metimos en esta aventura, donde evidentemente el aspecto afectivo juega mucho, porque uno tiene un lazo muy especial porque se crió y la familia se desarrolló en torno a ella", explicó Rodolfo Merzario entre ruidos de las obras. El dueño de esta emblemática construcción modernista estimó que entre febrero y marzo reabrirá el hotel. El parador nunca dejó de funcionar.

"Más habitable, disfrutable y si es posible, rentable", fue la explicación de Merzario sobre las obras en la Solana. Las principales modificaciones -y por ende, las más controvertidas- fueron el cambio de frente de las cinco habitaciones y la ampliación de la antigua área de servicios de la azotea. Las protestas no tardaron en llegar. "La Solana del Mar está, y ahora no son amenazas, seriamente dañada. Se destruyó su materialidad y su espacio interior, y con ellos sus valores estéticos, artísticos, y por tanto, financieros", decía una nueva carta pública firmada esta vez no sólo por Nudelman sino por arquitectos y académicos de distintas partes del mundo.

De hecho, para el acto oficial de lanzamiento del Día del Patrimonio pasado, la Facultad de Arquitectura y Docomomo Uruguay, una organización internacional dedicada a la conservación del patrimonio arquitectónico, convocaron a una "Jornada en defensa de la Solana del Mar". Ese día decenas de estudiantes, docentes y profesionales entregaron folletos y explicaron su denuncia.

Construida en 1947 como parte de un proyecto de urbanización para Punta Ballena, Bonet planificó las habitaciones de la Solana con vista al bosque y las áreas comunes como el parador, comedor y galería con amplios ventanales que van desde el suelo hasta el techo hacia el océano.

Casi 62 años después, la disposición era anacrónica, dijo Merzario, ya que los árboles fueron sustituidos por casas y calles, una imagen poco atractiva para el turista. Los vidrios espejados todavía sin estrenar de las habitaciones permiten amanecer y anochecer con vista a la playa desde la cama. De ser un lavadero, depósito y dormitorio del personal, la azotea se convirtió en un gimnasio y en una nueva habitación. A diferencia de las otras, que conservan el suelo de madera y las paredes de piedra originales, esta solo recuerda a Bonet en detalles del mobiliario. El arquitecto catalán había elegido o inventado cada una de las piezas de decoración desde las lámparas hasta las sillas del jardín, pasando por las alfombras, donde los materiales que predominaban eran la madera, piedra, cuero y vidrio. El equipamiento, del que se conservó sólo una parte, era también una continuación de la naturaleza.

Según Merzario, las obras en el techo comenzaron por filtraciones de agua. Para Nudelman, quien empezó a estudiar la Solana en los años 90, "en estos últimos 10 años estuvo mal manejada. Se conservó bien con el primer administrador, pero con los restantes fueron desapareciendo muebles, equipamiento y empezó a decaer. Capaz que no se la pudo mantener por temas financieros. Cuesta más preservar un edificio de calidad alta que baja", dijo a El País.

Pero las quejas no se sintieron por los arreglos en la azotea sino por ampliar la precaria construcción ondulada sobre ella. "Dentro de la misma área construida yo no me pude ampliar en metros cuadrados, porque es una zona non edificandi. -dijo Merzario-. Lo que había antes era un poco más bajo. Es una discusión muy sofisticada, para entendidos. Es fácil opinar, pero acá en ningún momento hubo aportes o colaboraciones de nadie, no las solicitamos ni las ofrecieron".

Rey, quien renunció a Patrimonio en diciembre, explicó: "El área de servicios que se unía a la chimenea generaba un cuerpo bien proporcionado respecto a una horizontal muy grande que abarcaba toda la Solana. Piezas como estas son de tan alta calidad que no admiten intervenciones, hay que asumirlas como son. Y si no andan, se tendrá que pensar una política empresarial específica".

Según la carta de Nudelman: "En la Solana la clave quizás sea esa línea horizontal de la cornisa de la que penden los espacios: el suelo tan `naturalmente` modificado habla con el movimiento de la duna y el mar, mientras que aquella línea dibuja un horizonte que se mide con el que está del otro lado. Dos horizontes. Tal cual, como si siempre hubiese estado allí".

Antonio Bonet nació en Barcelona en 1913. A los 19 años comenzó a trabajar con José Luis Sert y José Torres Clavé, figuras claves de la arquitectura moderna en España. En 1936 ingresó en el estudio del reconocido arquitecto Le Corbusier en París. Allí colaboró con las obras del pabellón español de la República, en el que fue exhibido el Guernica de Pablo Picasso. Una vez iniciada la Guerra Civil Española, Bonet emigró a Buenos Aires, donde desarrolló una extensa trayectoria de obras y difusión cultural. Junto a sus socios argentinos diseñaron la famosa silla BKF, también llamada "mariposa" por su forma, de uso frecuente hasta hoy en casas de balnearios.

"Si hay una obra representativa del lenguaje moderno en estas latitudes, si hay un edificio que merece la designación de patrimonio del siglo XX, ése es La Solana del Mar, una construcción que justifica todos los esfuerzos que puedan hacerse en su defensa", escribió el arquitecto Luis Grossman en La Nación.

Francisco Bullrich escribió en Arquitectura Latinoamericana: "Es quizás en el hotel restaurante Solana del Mar donde surge con mayor claridad un vocabulario propio (...). Envuelta por un paisaje maravilloso en el cual la obra se inserta con naturalidad, se destaca como una de las realizaciones más logradas del continente".

En los próximos días la ministra de Educación y Cultura (MEC), María Simon, y el intendente de Maldonado, Óscar de los Santos se reunirán para definir líneas a futuro sobre Solana del Mar, dijo Julio Riella, director de Planeamiento Urbano y Ordenamiento Territorial de dicha comuna.

Ref.
La Solana del Mar [lasolanadelmar.org]
Artículo de Oriol Bohigas sobre La Solana del Mar y La Ricarda [enlacebcn.blogspot.com]

Fuente: Centro de Enlace AE, BCN